Sería muy fácil decir que la procrastinación es la culpable de que no cumplas con tus tareas y obligaciones, pero hay muchos más casos a parte que no te están ayudando a lograr tus objetivos como creadora, y algunas puede que las hagas de forma inconsciente. Por lo tanto, para eso estoy aquí, para abrir la caja de Pandora, animarte a responsabilizarte de lo que haces y lo que no e impedir que los ladrones de tiempo no te dejen lograr tus objetivos.
Pero antes de nada…
¿Qué es la procrastinación?
La procrastinación es el hábito de retrasar tareas u obligaciones que deben llevarse a cabo y sustituirlas por otras de menor relevancia. Tanto si procrastinas de forma eventual como constante, que sepas que tiene solución y está directamente relacionada con la organización del tiempo.
En este artículo te explico los 10 errores más comunes que impiden a las personas centrarse en sus proyectos y que tal vez te estén impidiendo alcanzar tus objetivos como creadora. Espero que te ayude a ser consciente y evitarlos de inmediato.
1. Planificación excesiva
Personalmente es de los errores más comunes que he cometido. Te empeñas en crear un plan o sistema perfecto que realmente no existe, y al final del día te das cuenta de que no has adelantado nada. A veces una organización sencilla puede ser más efectiva.
Dedicarle demasiado tiempo a la organización puede ser contraproducente, por lo tanto es recomendable empezar poco a poco. El primer paso es asumir que el día tiene 24 horas, pero no las dedicas todas a las tareas porque fisiológicamente no es posible. Esto lo explicaré mejor en el siguiente punto.
2. Lista de tareas infinita
Te levantas motivada un día y te dices a ti misma: ¡Hoy es mi día! Y creas una lista de tareas (o mejor dicho, de deseos) que ni un genio sería capaz de cumplir. Y al final del día te sientes inmensamente frustrada.
En este caso, es importante conocer el tiempo que te va a requerir cada tarea. Esto se aprende a base de rutina y es algo que aconsejo mucho, especialmente a las personas que estudian.
Además, como he dicho previamente, el día tiene 24 horas, pero antes de ponerte tareas debes restar el tiempo que te requiere dormir, comer, hacer ejercicio… Y ahora, ¿cuánto queda? ¿12? Y si añadimos estudiar o trabajar, ¿3? Cada persona tiene una vida distinta, pero el tiempo es el mismo para todas, por lo tanto hay que saber emplearlo inteligentemente. Al fin y al cabo, el plan perfecto no se basa en cumplir muchas tareas, sino en tener unas pocas que cumplir de forma eficiente. Y al día siguiente, más. Lo que yo recomiendo es establecer tres tareas del día.
3. Demasiado tiempo libre
Este error es más común de lo que parece, pero esto ocurre con mucha frecuencia y se puede convertir en un bucle. El hecho de tener mucho tiempo libre te permite aplazar las tareas para otro día, por lo que a final de mes te encuentras con una interminable lista de cosas por hacer. Por lo tanto, ¡ocupa tu tiempo!
Recuerdo haber trabajado y estudiado al mismo tiempo, y puedo asegurar que fue de las épocas en que obtuve mejores resultados. Simplemente porque sabía que si no hacia determinada cosa en determinado momento luego no iba a poder hacerla por falta de tiempo.
4. Agotamiento o cansancio
No te sientas culpable si esta es la razón de tu procrastinación, porque ante todo somos personas y mantener el equilibrio en nuestras vidas no siempre es fácil.
Cuando me ocurre esto yo suelo dejar de hacer cosas durante un par de días y al tercero me dispongo a realizar la que yo llamo la rutina de reinicio. En otro artículo te cuento de forma detallada lo que es, pero básicamente consiste en ordenar y limpiar absolutamente todo: desde la casa hasta los documentos. Cuando ya siento que está todo en orden, me dispongo a organizarme y a retomar las riendas de mi vida.
5. Falta de motivación
A veces las tareas que debemos realizar no nos estimulan suficiente el cerebro, especialmente las relacionadas con los estudios o el trabajo, por lo tanto es importante tener una estrategia que ayude a hacer más llevadera nuestra labor.
Yo recomiendo establecer un tiempo para dicha tarea y desglósala en minitareas. Si lo que vemos es un gigante al que debemos derrotar, difícilmente tengamos la motivación para hacerlo, por lo tanto hay que empezar poco a poco si realmente quieres lograr tus objetivos como creadora digital.
Por ejemplo, si tu tarea es un proyecto, empieza por abrir el documento y crear la portada, luego añadir los puntos importantes junto a un índice. Estas tareas, más cortas y sencillas, te aportarán una sensación gratificante, sentirás que estás siendo productiva. Cuando te quieras dar cuenta, el proyecto estará terminado.
6. Miedo e incertidumbre
Las personas que se dedican a trabajos creativos, ya sean escritoras, pintoras, músicas… se enfrentan al miedo inicial o bloqueo mental. En literatura se conoce como el ‘miedo al folio en blanco’, y puede que te esté impidiendo alcanzar tus objetivos como creadora.
El consejo es muy simple: ensúcialo. Como sea, pero que deje de estar blanco porque es la causa principal de tu falta de movimiento. Créeme, lejos de dar orden y lucidez a tus pensamientos, te bloqueará. Cualquier tarea, por insignificante que sea, supondrá un avance que te ayudará a desencadenar nuevas ideas.
7. Metas poco claras
Con los propósitos de Año Nuevo llegan las ganas de lograr metas y la motivación por cambiar hábitos. El problema es que si nuestros objetivos no son claros, difícilmente vayamos a conseguirlos. Hay muchas maneras de formular objetivos con tal de poder evaluarlos de una forma eficaz, pero si eres una persona nueva en el mundillo no te preocupes. La clave para cumplir un objetivo es establecer unas metas que se desglosen en acciones específicas que puedas hacer a diario. De este modo, el hábito lo verás más claro y será más sencillo alcanzar tus objetivos como creadora.
Por ejemplo, si tu objetivo es terminar un libro de 80.000 palabras en un año, puedes establecer como meta escribir como mínimo 6.500 palabras al mes. De este modo, tu meta diaria puede ser redactar entre 200 y 250 palabras.
8. Desorganización o poca estructura
Como diría Albert Einstein: si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo. Durante mi período de estudiante, he tenido muchos compañeros y compañeras que me decían lo mismo: no entiendo porque no llego a todo, si yo me organizo. Aunque suene duro, mi respuesta suele ser la siguiente: la cuestión es organizarse inteligentemente. Esto lo digo desde la experiencia propia, y muchas veces se interpreta mal. No digo que el método de organización sea incorrecto, sino el empleo del mismo.
Cuando por fin entendí esto, mi estilo de vida cambió completamente: dedicaba tiempo a mi alimentación, al ejercicio físico, al bienestar mental… Y aunque suene loco, mis resultados y mi actitud mejoraron con creces. El secreto está en poner límites realistas a nuestras tareas. Si mi estilo de vida no me permite dedicarle 8 horas a una entrega de la universidad, le dedico 4 horas y ya está, pero no pongo en riesgo mi salud mental ni física, porque a la larga sé que me afectará. Con esto no me refiero a que hay que conformarse cumpliendo mínimos, sino a que la calidad no requiere de mucho tiempo si te enfocas en tu objetivo.
Productiva se hace, no se nace.
9. No saber priorizar
Aprender a decir ‘no’ realmente cuesta, pero es el inicio del camino hacia el saber priorizar las tareas. Es importante conocer nuestros objetivos para luego saber ordenar las acciones que nos permitirán alcanzarlos. Para ello yo empleo la Matriz de Eisenhower. Esta nos ayuda a priorizar las tareas en función de su relevancia (según su influencia en los objetivos a medio y largo plazo) y su urgencia (en función de su demanda de una atención inmediata).
10. Demasiada confianza
Son las 23:50 h y todavía estás a mitad trabajo, a sabiendas de que en 5 minutos debes entregarlo. ¿Identificas esta situación? Sí, yo también me he sentido reflejada. Yo era de las que antes decía: trabajo mejor bajo presión. Error. Me di cuenta de lo estúpida que sonaba cuando empecé a planificar desde el minuto uno mis tareas.
Creo que es un mal hábito que prolifera especialmente entre las personas que estudian y es importante darse cuenta de lo perjudicial que puede llegar a ser. Debes acarrear con el estrés, obligar a tu mente a ser extremadamente creativa en el último momento… No, no trabajas mejor bajo presión, y el por qué es muy simple. Cuando le dedicamos tiempo a las tareas, permitimos a nuestra mente que inicie un proceso de curación de ideas que nos rondan. No exigimos al cerebro, sino que dejamos que trabaje en piloto automático, por así decirlo, hasta que se enciende la bombilla.
Por lo tanto, te invito a que te replantees este último punto y todos los anteriores. Te aseguro que si superas todos estos obstáculos, contribuirás a un bienestar físico y mental necesario para llevar una vida más relajada.