El camino hacia el autoconocimiento es largo, me atrevería a decir que dura aproximadamente una vida, y con esto pretendemos encontrar la clave de la felicidad. No es sencillo, pero tampoco imposible. Existe una aldea japonesa, Okinawa, donde se concentran el mayor número de personas centenarias del mundo. Lo que tienen en común todas ellas es el ikigai, su propósito.
Cada una tiene una motivación vital, una razón por la que levantarse cada mañana. Esto causa el tener una vida larga y feliz, ya que cumplen con su propósito cada día y no se sienten inútiles cuando les llega la vejez. El hecho de tener una razón de ser justifica nuestra presencia en el mundo, sentimos que sumamos a la sociedad y eso, en consecuencia, aporta felicidad. Es por eso que, como creadora digital o emprendedora, conocer tu ikigai o propósito es una gran ventaja inicial.
El ikigai es la confluencia de aquello que amas, en lo que eres buena, eso que el mundo necesita y por lo que te pueden pagar. Todo el mundo tiene un ikigai. Encontrarlo requiere una búsqueda que a veces se prolonga, pero merece la pena, ya que trae satisfacción y sentido a la vida.
PASIÓN
Hagas lo que hagas, que no falte la pasión. Es el motor, tu motivación, aquello más personal que tienes. Es la unión entre lo que amas hacer y en lo que eres buena. Si no lo sabes, piensa en tu niñez. ¿Qué sabías hacer de forma innata? Esto puede servirte de orientación.
PROFESIÓN
Tu profesión es tu trabajo, tu forma de sobrevivir cobrando por tus habilidades. Es la unión entre aquello en lo que eres bueno/a y por lo que te pueden pagar. Piensa en cómo conseguir que te paguen por aquello en lo que eres hábil.
MISIÓN
Tu misión da plenitud, satisfacción y sentido a tu vida, porque supone ayudar a otras personas. Es la unión entre lo que amas hacer y lo que el mundo necesita. ¿Cómo puedes hacer lo que amas y aportar al mundo?
VOCACIÓN
La vocación es ayudar a otras personas y que te paguen por ello. Te aporta una sensación muy gratificante cuando lo haces. Es la unión entre lo que el mundo necesita y por lo que te pueden pagar. ¿Cómo puedes ayudar y que te paguen por ello?
La filosofía Ikigai y la sociedad occidental
En nuestra sociedad hemos asumido que el trabajo es malo, como un castigo. Hemos interiorizado que no podemos trabajar haciendo algo que nos gusta, eso está mal visto o no se considera trabajo. Como me dijo una vez un amigo: si me gustara mi trabajo, no me pagarían por él. Y este pensamiento se está transfiriendo de generación en generación, logrando que las personas más jóvenes se resignen a estudiar una carrera que les permita tener un buen sueldo en el futuro y no potenciar sus capacidades. Y así se consigue una sociedad depresiva y estresada, evitando que cada persona persiga sus motivaciones y propósitos vitales, cuando esto sería lo más lógico.